martes, 14 de marzo de 2017

Semiótica arquitectónica

Desde hace ya bastante tiempo, diversos autores y especialistas han establecido que la arquitectura tiene un lenguaje y una forma expresiva. Lo que no han podido es ponerse de acuerdo en cuáles son esas formas y expresiones, y si ese lenguaje puede ser comparado a los no verbales y a los verbales. Desde John Summerson que habla de El lenguaje clásico de la arquitectura hasta Emilio Garroni, que propone una semiótica de la arquitectura en su Proyecto de semiótica, pasando por Le Corbusir y Adolf Loos, que mucho escribieron (ente muchos más) sobre los elementos que conforman un lenguaje de la arquitectura, varias propuestas de análisis y maneras de comprender los códigos arquitectónicos se han postulado.

En su libro La forma visual de la arquitectura de 1977, Rudolf Arnheim dice: "Un edificio es, en todos sus aspectos, un hecho del espíritu humano. Es la experiencia de los sentidos de la vista y el sonido, tacto y calor, frío y comportamiento muscular, así como de los pensamientos y de esfuerzos resultantes".  Otro teórico muy reconocido, Bruno Zevi, dice en Saber ver la arquitectura (1951): "La arquitectura transcribe los estados de ánimo en las formas de construir, humanizándolas y animándolas. Mirando las formas arquitectónicas, vibramos con ellas en simpatía simbólica, porque suscitan reacciones en nuestro cuerpo y en nuestro ánimo". Viendo todas etas consideraciones, es clave establecer lo que podemos llamar los elementos sintácticos y semióticos de la arquitectura.

Varios componentes se proponen para construir esa semiótica: los estilos, las unidades compositivas, las líneas, los volúmenes, los espacios, el ornamento, las interpretaciones históricas y las funcionales. De entre esos, el ornamento tal vez sea el más polémico, puesto que más que elementos de un lenguaje, se les considera adornos superfluos. Eso es lo que opinaba el arquitecto austríaco Adolf Loos (1870-1933), quien en 1908 escribió un famoso articulo titulado "Ornamento y delito", en el que critica las artes decorativas y ataca sus valores y significados. Se trata de un texto imprescindible para entender la evolución de la arquitectura moderna. En la próxima entrada veremos cómo estas posturas modernistas contribuyeron a pensar en un nuevo vocabulario arquitectónico, que se ha de tomar en cuenta para el establecimiento de una semiótica arquitectónica.   

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