jueves, 2 de febrero de 2017

Industria cultural y estilo

El tema de la Industria Cultural y la Cultura de masas, concepto desarrollado por los filósofos de la Escuela de Frankfurt a mediados del siglo XX (principalmente por Theodor Adorno y Max Horkheimer) ya lo he tocado varias veces en este blog. Pero hay otras aproximaciones a estos conceptos abordados por otros pensadores durante las décadas de 1960 a 1990. Por ejemplo, Edgar Morin tiene una visión la industria cultural como conjunto de mecanismos y operaciones a través de los cuales la creación se transforma en producción. Esto también afecta el enfoque de la estética de los fenómenos artísticos como manifestación del arte como producto.

Según Theodor Adorno, y contra toda estética idealista, el arte cambia su autonomía en un movimiento que lo separa de la ritualización, lo hace mercancía y lo aleja de la vida. El arte se incorpora al mercado como bien cultural pero adecuándose a la necesidad de integración. Lo que del arte quedará ahí ya no será, entonces, más que un cascarón: el estilo; es decir, la coherencia puramente estética que se agota en la imitación. Y esa forma de arte es la que ofrece la industria cultural. La identificación de la fórmula y su repetición.   

Esta es una forma muy restrictiva de entender el concepto de estilo. El francés Michel de Certeau señala, por otro lado, que el estilo es el esquema de operaciones, las formas de las acciones, las maneras de intercambio que identifican elementos de cultura en un lugar social. Pierre Bourdeau dijo que lo que separa los objetos estéticos de los técnicos es la intención, y además la intención del autor y del espectador son las que resultan del lugar y momento histórico. Pero el estilo es el que define esa forma estética. 

El término "estilo" hace referencia a las características identitarias de un objeto, acción o trabajo, y en el campo de la cultura tiene que ver también con expresiones de vida. La industria cultural, cuya definición no es univalente, define formas y estilos, pero además, hay estilo que permiten identificar movimientos artísticos, autores, manifestaciones culturales, aún dentro de la producción masiva. Por lo tanto se puede seguir asociando la estética al estilo, cuidando solo el origen del contenido que se presenta, más allá de su construcción funcional. 



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