sábado, 11 de junio de 2016

Imagen racional, imagen expresiva (3)

Como referí en las dos publicaciones anteriores, una de las tantas formas de clasificar las imágenes, propone dos tipos según su función: las racionales y las expresivas. En las racionales priva una intención semántica que podemos llamar explicativa, en tanto que en las expresivas el factor predominante es el emotivo. Es en esta función donde el poder de la imagen se revela más allá de lo directamente semántico, puesto que se apela a los sensorial. 

Aquí es donde aparecen aquellos elementos que impactan de la imagen: su poder visual de comunicación, su capacidad de testimoniar la realidad de manera subjetiva, su proximidad con lo afectivo. Estas imágenes en general, impactan, permiten un amplio espectro de interpretación, y en el caso del arte, llevan implícito un componente estético importante. La imagen como forma expresiva ha tomado múltiples manifestaciones. 

Edgar Morin, por ejemplo, señala que la imagen anula y transforma la relación con el espacio y el tiempo, y en el caso de la imagen cinematográfica, hay una connotación de ensueño; entramos en el reino de lo imaginario, donde la imagen moldea la realidad y la ficción. Más aún porque pareciera que la imagen representa lo real sin intermediación, cosa que no pasa con el lenguaje hablado o escrito, que requiere de una interpretación (la lectura). Más notable aún es lo que ha sucedido en los últimos cientocincuenta años, con la industrialización de la imagen. Esta se ha multiplicado, reproducido, manipulado y expandido de tal forma que nos rodea casi abrumadoramente, y ello también trae como consecuencia interesantes fenómenos sociológicos, como la aparición de estrellas del espectáculo y el arte y el deporte, así como nuevas manifestaciones artísticas, que van desde la fotografía y el cine hasta el arte digital.

Como afirma Anne Marie Thibault-Laulan, se pasa del grado afectivo al grado mágico. Un ejemplo es la imagen publicitaria. Siendo el fin de la publicidad el económico, apela a los afectos y expresiones, siendo la imagen uno de sus mayores recursos comunicacionales. Se busca un efecto "mágico" más allá de lo utilitario. En todo caso, como señala Roman Jakobson, se añade una función poética, que contribuye a las representaciones mentales y de los fantásticos ensueños de nuestra sociedad. Lo evocado importa tanto como lo mostrado. La imagen expresiva, pues, cumple una función semántica amplia, a veces subjetiva, que apela aciertos sentimientos, afectos y valores (o contravalores) culturales, donde está presente la intención estética, sin importar cómo pueda esta valorarse. En la próxima publicación, estas funciones desde el punto de vista de la comunicación mediática.







  

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