jueves, 22 de mayo de 2014

Evolución de los imagramas (y 3)

Como señalé en las anteriores publicaciones, la relevancia del uso de los imagramas a lo largo de la historia es la comprobación de que mucho del pensamiento humano está en relación absoluta con la visualización y representación de la realidad. Como los antiguos griegos y romanos no dispusieron de efectivos sistemas de reproducción gráfica, sus avances culturales se notaron mucho más en lo teórico, filosófico o estético que en lo científico-técnico propiamente dicho. Es por eso que hay que entender la evolución de los imagramas como un proceso vital en la explosión del pensamiento humano, que pasa por etapas irregulares y que corre a distintos ritmos en las diferentes culturas del mundo.

No se debe hacer, entonces, una historia cronografiada de las "etapas" de la imagen visual (cosa ya muy común en los libros de historia del arte, historia del dibujo e historia de la cultura en general), sino que basta con internalizar el paralelismo que tienen los imagramas con el momento temporal y físico de cada civilización. En este sentido hay un autor muy particular, Michael Baxandall, que en su libro “Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento” establece que para comprender la forma como se pinta y se representa la realidad hay que entender la manera de ver y de percibir de cada pueblo o sociedad en su momento histórico determinado. Eso es lo que él llama “El ojo de la época” (Period Eye). En realidad es lo que podríamos llamar la “cultura visual” en un momento y lugar dado, más no en el sentido que le da la Escuela de Frankfurt sino en el sentido que le da Cristian Metz cuando habla de “visualidad”. En futuras publicaciones haré un recuento histórico de la evolución de los imagramas, para comprender cómo hemos llegado a esta iconosfera digital del Siglo XXI.



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