miércoles, 21 de mayo de 2014

Evolución de los imagramas (2)

En la publicación anterior hice referencia a un libro de Herbert Read ("Imagen e idea"), en el que hace una relación entre la cultura y sus manifestaciones artísticas, considerando éstas como las que impulsan la evolución cultural de las sociedades. Igualmente señala Read, que la extensión de una conciencia de la realidad, más allá del umbral del conocimiento básico, ha de establecer antes que nada su conjunto de imágenes (en su sentido global) propias. Sin que eso sea taxativo, pareciera razonable pensar que el artista capta y refleja una realidad antes de que los filósofos razonen sobre ella y la definan. A lo largo de la historia esto puede constatarse. Más aún, ese principio es válido para cualquier cultura, oriental, occidental, primitiva o avanzada.

Quien también hace una referencia notable al paralelismo entre la evolución de la imagraficación y la comprensión del mundo es Williams M. Ivins, Jr., en "Imagen impresa y conocimiento". Uno de sus argumentos básicos es que el desarrollo de una efectiva graficación de la realidad y su reproducción invariable, permitió un mejor entendimiento y explicación de la propia realidad, lo cual derivó en una especial comprensión del entorno y sus hechos. Y pone como ejemplo particular el progreso de la técnica del grabado (desde las xilografías hasta las litografías) desde el siglo XV hasta el XIX, gracias al cual pudo concretarse un patrón de comunicación de la cultura. Si bien es cierto que Ivins en ningún momento hace explícita la precedencia del hecho imagramático al cognoscitivo, sí se puede inferir ello al seguir su línea de razonamiento.

Esto se hace más evidente cuando hace la comparación entre la palabra y la imagen visual como formas de "explicación" de la realidad. Dice Ivins: "Hablando en términos prácticos, la imagen visual es el único símbolo a nuestra disposición que no exige necesariamente la traducción de una percepción personal a otra percepción sensorial asociada con la primera o a una convención de correspondencias extremadamente limitada, arbitraria y artificial". Esto en relación al idioma y su "restringida" capacidad de describir la realidad: trátese de explicar la disposición de los chips y circuitos integrados en el interior de un artefacto electrónico sin el uso de un diagrama, o inténtese la descripción de la metamorfosis de una larva en mariposa sin el apoyo de fotografías o dibujos, y comprobará las barreras que en tal sentido encuentra la palabra. Ivins pone otro ejemplo. En la antigua Grecia se hizo importante el estudio de la botánica, no sólo por lo que las plantas podían "valer" en lo medicinal o alimenticio, sino también porque eran parte importante de una naturaleza que se quería entender y fijar. Pero los tratados de botánica no fueron, después de todo, sino extensos galimatías descriptivos que nada aclaraban, ya que no estaban acompañados de ilustraciones que mostrasen las variedades estudiadas. Tan es así, que finalmente los libros de biología griegos se limitaron a reseñar los distintos nombres que una planta podía recibir en diferentes regiones y sus propiedades módicas y curativas. Esta es otra comprobación de que mucho del pensamiento humano está en relación absoluta con la visualización y representación de la realidad.



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