jueves, 17 de octubre de 2013

Gorz, miseria y riqueza

La visión de cultura, economía y trabajo que propone André Gorz, citado ayer, está basada en su interpretación de lo que es la riqueza y pobreza relativa y cómo eso afecta la concepción del trabajo en las sociedades.

Gorz consideraba la moderación como una necesidad para luchar contra la miseria. Siendo los recursos energéticos limitados, el consumo excesivo de algunos condena al resto a la miseria. Asegurando a cada persona el acceso a la energía que necesita, el principio de sobriedad energética impide los sobreconsumos injustos y contaminantes.


Por otra parte, explicaba que la pobreza es esencialmente relativa. Se es pobre en Vietnam cuando se anda descalzo, en China cuando no se tiene bicicleta, en Francia cuando no se tiene carro, y en los EE.UU. cuando se tiene uno pequeño. Según esta definición, ser pobre siginificaría "no tener la capacidad de consumir tanta energía como consume el vecino": cada uno es el pobre (o rico) de otro.


Pero en cambio la miseria es objetiva. Se está en la miseria cuando no se tienen los medios para satisfacer las necesidades elementales: comer, beber, curarse, tener un techo decente, vestirse. Así como no hay pobres cuando no hay ricos, tampoco puede haber ricos cuando no hay pobres: cuando todo el mundo es "rico" nadie lo es; de la misma forma cuando todo el mundo es "pobre". A diferencia de la miseria, que es la insuficiencia de recursos para vivir, la pobreza es esencialmente relativa. Este es un cuestionamiento que se aplica por igual a todos los regímienes políticos e ideológicos. 


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