lunes, 25 de febrero de 2013

Videojuegos finiseculares

El final del siglo XX trajo consigo no sólo un cambio de fecha (y el infundado temor al Y2K) sino una revolución en la tecnología y la comunicación, que sólo ahora estamos corroborando. El digitalismo se consolidó en la década de 1990, así como la difusión de la Internet, que hizo del año 2000 su gran punto de inflexión. Entre los adelantos indetenibles de estos años está el de los juegos de video, que fueron mejorando en complejidad y calidad gráfica, exponenciando una industria que llevaba 30 años creciendo.

Varios de los juegos existentes se perfeccionaron, y las consolas y computadores fueron adaptándose a estos avances. A finales de la década se desarrollaron decenas, pero algunos destacan no sólo por su trama sino por su grafismo: Age of Empires, Grand Thieft Auto, Star Wars, Resident Evil, Mortal Kombat (las secuelas), Pokemon (basado en la serie de TV), Sim City... Y por supuesto, Final Fantasy.

Todos estos tienen vigencia en el cambio de siglo, pero el caso de Final Fantasy es muy notable, porque es una de las franquicias de juego más largas de la historia reciente (surge en 1987) y en 2013 ya lleva al menos trece versiones con sus variantes, que tienen su momento cumbre justamente alrededor del año 2000. Es una historia lineal, llena de batallas y acción entre guerreros, máquinas y  monstruos. Realizado por la empresa japonesa Square Enix
y creado por Hironobu Sakaguchi, este juego se ha convertido en un producto de múltiples medios que incluye revistas, entretenimiento de todo tipo, CDs y películas animadas. Una cosa curiosa es que en sus principios la ilustración le debía mucho al manga y al animé japonés, pero al ir desarrollando las diferentes versiones se fue identificando con la estética digital. 

Justamente la película del año 2001 es notable por su producción y su realismo, sentando muchos de los patrones que definirán este género de animación por computadora. Sin embargo es en el videojuego donde Final Fantasy ha hecho sus mayores aportes a la cibercultura del siglo XXI.









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